En la mayoría de países, el proceso independentista es algo para recordar pues denota un sentido de libertad, soberanía y control sobre el territorio propio; y por supuesto el desapego de una potencia que tenía subyugado dicho espacio. Así pues, lo que ahora llamamos Estados Unidos no fue la excepción y es por eso que cada 4 de julio se rememora las hazañas bélicas que dieron paso a un gobierno enteramente americano.
Las trece colonias norteamericanas manejadas por el Imperio Británico del siglo XVIII se impusieron frente a unas medidas desoladoras tomadas por la corona, solo para subsanar cuantiosos gastos que se habían dado durante la Guerra de los 7 años. Los colonos, los americanos, iniciaron así un proceso de independencia que terminó el 4 de julio de 1776 en Filadelfia, en el que se proclamó la Independencia de Estados Unidos.
Sin embargo, esta proclamación poco le importó a Inglaterra quien declaró la guerra al nuevo país hasta volver a recuperar sus colonias. Pero, Estados Unidos, contó con la ayuda de países como España y Francia, enemigos de Inglaterra durante la Guerra de los 7 años, y con esta alianza recién en 1783 Gran Bretaña bajó la cabeza y admitió que no podían más con el conflicto. Aquel año, la corona británica reconoció la independencia de Estados Unidos firmando el Tratado de Paris.