Horario Urteaga n° 1991-1993 y Jr. Estados Unidos n° 405, Jesús María
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Han pasado ya 200 años de aquella gesta gloriosa que inmortalizó a personajes como Don José de San Martín, cuyo sueño significó el anhelo de muchos, ya que la finalidad era concretar  el hecho respecto a que el Perú era un país con una sociedad que merecía ser  autónoma e independiente. El sueño de nuestra independencia se forjó con mucho sudor y lágrimas de personajes que la misma Historia no ha podido rendir homenaje como debiese, pero intentaremos mediante este artículo brindarles un merecido agradecimiento y gloria.

Pues bien, todo ser humano anhela la libertad, anhela la patria, anhela un hogar; nuestro país ha sido testigo de cómo en estos 200 años los peruanos nos hemos mostrado divididos, fraccionados, pareciese que estamos condenados a vivir en una burbuja que solo conlleva a ver lo que sucede a nuestro alrededor.  Por allá en el siglo XIX quedaron los próceres y precursores que unidos lo dieron todo, incluso hasta la vida, con tal de ver a las futuras generaciones en una nación soberana y autónoma. Es imposible dejar de lado a esa gente que olvidando su origen, raza o credo se pusiese  una mano en el pecho y orgulloso de esta tierra se pusiera en hombros la responsabilidad de luchar por la Independencia.

Hoy, los peruanos vivimos una crisis de identidad que nos debe llevar a un análisis y una reflexión profunda, para que siempre  tengamos en cuenta de dónde venimos y hacia dónde vamos; al peruano del bicentenario, es decir, a todos nosotros, nos toca la difícil tarea de hacer historia fomentando la unión, el consenso y la tolerancia.

Son estos tiempos donde debemos recordar a esos héroes incógnitos de nuestra patria, a esos hombres y mujeres que construyeron la independencia, dándolo todo por un Perú con un pasado glorioso, pero soñando un futuro inigualable. Nos toca hacer el complemento de ese trabajo, tenemos la gran responsabilidad de reescribir la historia y lograr hoy ese país libre, ese país en donde todas las sangres como decía Arguedas, converjan sintiéndose todos peruanos de corazón y alma.