Desde el inicio de la Humanidad, el agua ha abarcado cada aspecto de la vida de los humanos.
Las primeras civilizaciones se guiaron de la ubicación de los ríos y de los valles más cercanos y fructíferos para establecerse y desarrollar sus actividades económicas. En la actualidad gracias a los avances revolucionarios de la tecnología y de la industria, empleos posibles de este recurso se han disparado hasta las nubes. En teoría, el futuro debería ser prometedor, considerando nuestro inmenso conocimiento sobre la importancia del agua. Sin embargo, cierto desastre ecológico reciente indica lo contrario. Hablo del petróleo derramado en los mares del distrito de Ventanilla, el 15 de Enero del presente año.
A pesar de las acusaciones de Repsol, que señalan a la erupción del volcán “Tonga” como detonador de dicha desgracia, la verdad es que la contaminación de dicho sector de mar fue un accidente ocasionado por la negligencia de sus miembros. 6000 barriles fue la cantidad esparcida, la cual equivale a 954000 litros. Dada la composición química del petróleo, las secuelas del impacto en el ambiente no solo son permanentes, sino que también perjudican varios ámbitos de nuestra vida y la de los demás seres vivos, desde la nutrición hasta la recreación.
Por un lado, la vida marina silvestre, como las aves guaneras y la anchoveta, se ha visto seriamente afectada. ¿De qué manera? El hecho de que el petróleo no se mezcla con el agua provoca que forme una especie de escudo marino, evitando que la luz solar traspase y beneficie al fitoplancton y algas en su fotosíntesis. ¿ El resultado? La muerte o, en el mejor de los casos, grave contaminación, de una infinidad de especies marinas.
Ahora es de conocimiento general que el consumo de pescado por parte de los niños que están en etapa escolar es fundamental para su desarrollo físico y mental. El omega 3, presente en la anchoveta y diversos peces, contribuye a la correcta construcción del cerebro, entre otras propiedades.
Entonces, ¿qué podemos esperar de la salud de la generación que está creciendo y siendo alimentada ( o no ) con estos contaminados productos hidrobiológicos? ¿Volveremos acusar solamente a nuestro pobre sistema educativo del penoso desarrollo cognitivo de nuestros pequeños estudiantes peruanos?
De la misma forma ocurre con las aves de la zona. El baño de petróleo que sufrieron facilita que el agua del mar permee su plumaje y las vuelva más pesada, ocasionando una falta de movilización. Así su nutrición se ve truncada.
Lo presentado es solo la punta del iceberg, una pequeña introducción a las gigantescas consecuencias de un problema prevenible. Ahora solo queda contrarrestar la expansión del petróleo. ¿Serán Repsol y las compañías que se sumen capaces de llevar a cabo semejante tarea?